El oasis de Huacahina.

12 de mayo: Paracas-Huacachina.(falta texto y fotos.Mañana las publico)


De nuevo el jet lag nos ha hecho madrugar y a las 5 estabamos en pie. Aun era de noche y hasta las 7 no podiamos desayunar.Como el tour a islas ballestas es a las 7,50 y nuestro bus de cruz del sur sale hacia Ica a las 11, nos pusimos a cerrar las maletas para dejarlo todo preparado ya que luego no teniamos tiempo que perder.
Antes del desayuno fuimos a dar un paseo y por casualidad nos encontramos con algunas escenas interesantes.

Los pescadores volvian en ese momento tras faenar toda la noche y descargaban el pescado en el muelle bajo la atenta mirada de los pelicanos y demas aves.
A las 7 en punto desayunabamos junto con una pareja de coreanos que viajan por libre. Lo mas interesante no es eso, sino que no hablan nada de ingles ni de español.No sabemos como se las arreglaran el resto del viaje pero al menos hasta Paracas han llegado jejeje.
A las 8 estabamos en el muelle para embarcar junto a ellos hacia las islas ballestas. Antes de subir, fui a hacerme una foto junto a un pelicano y por poco no me arranca un dedo...


En unos 20 minutos estabamos subiendo a una lancha rapida y poniendonos los chalecos salvavidas. El cielo estaba gris por culpa de la niebla aunque no hacia mucho frio. La primera parada fue para ver el famoso "candelabro", un geoglifo como los de Nazca de origen desconocido y que se puede ver desde el mar.



Impresiona por el tamaño y por lo bien que se conserva. Ademas, las leyendas entorno a el aumentan su interes.
De aqui nos dirigimos mar abierto hacia las islas ballestas. Su nombre se debe a los numerosos y gigantescos arcos que hay en ellas producidos por la erosion del mar.



Las islas no son famosas por esos arcos, sino por toda la vida que albergan: infinidad de aves (Zarcillos, Pingüinos Humbolt, pelicanos, cormoranes...), peces y mamiferos como el delfin o los leones marinos.



El tour alrededor de las islas dura algo mas de una hora y se acerca bastante a los animales.



Ademas el guia nos fue contando algunas curiosidades, como las del guano o la playa llamada "la maternidad".


Cuando iniciabamos el regreso, salio el sol y pudimos ver algunos leones marinos nadando muy cerca de nuestra barca. Es un tour muy recomendable para los amantes de los animales, a nosotros nos ha gustado mucho.
Al llegar al puerto, nos fuimos directos al hotel a por las maletas y de aqui a la terminal de cruz del sur ya que nuestro bus pasaba en 15 minutos. Estos autobuses son mas caros pero merecen la pena porque son muy comodos y puntuales ademas de que no hacen paradas.



12,00. El bus llegó a la terminal de Ica y nos ofrecieron un taxi por 6 soles hasta el oasis asi que aceptamos con la condicion de que antes nos lleve a algun sitio a cambiar dinero. El taxista nos lleva a la plaza de armas, y alli encontramos un monton de "cambistas". Estos son personas que trabajan en la calle ofreciendo cambio de dolares o euros y que suelen dar mejor cambio que los bancos. Ademas, son "oficiales" y suelen estar junto a la policia asi que son totalmente fiables.
Ya con los soles en nuestro bolsillo, nos fuimos directos al oasis, llegando en menos de 10 minutos. Aqui el hotel elgido es "el Huacachinero", que nos da una muy buena primera impresion. Tenemos la habitacion 211 que esta en el segundo piso, a un paso de la pisicina y el restaurante.
Como era la hora de almorzar, nos fuimos a los restaurantes que hay alrededor de la laguna. Nos decidimos por uno que ofrecia menus por 15 soles (unos 4,5 euros). El menu tenia varios platos a elegir, asi que nosotros pedimos para probar otras especialidades de la cocina peruana. De primero, elegimos "papas a la huacahina", que son como patatas cocidas con una salsa amarilla hecha con leche, queso y ají. Estaban buenas pero tampoco "to die for" como decimos nosotros.



De segundo probamos milanesa de pollo (muy buena) y chicharrones de pollo (asi llaman aqui a las alitas de pollo nuestras". Para beber, probamos la famosa "inka cola", que es una de las bebidas nacionales junto con el pisco. La inka cola tiene un extraño color amarillo y sabe como los chicles de fresa pero con burbujas. A nosotros nos ha gustado mucho su sabor...

Tras la comida, nos fuimos a una agencia a reservar el tour de los buggies. Nos ha costado 40 soles por persona y la excursion comenzaba en hora y media asi que volvimos al hotel y nos dimos un bañito en la piscina. Alli conocimos a las mascotas del hotel, unos loros muy simpaticos.



A las 16.00 nos reunimos con el chico de la agencia en la entrada de nuestro hotel. Allí formamos un grupo de 13 personas y nos subimos en nuestro boggie. Mas bien se trataba de un "super boggie" porque tenía capacidad para 14 personas (incluído el conductor) y tenía una potencia increíble. No creo que sea una actividad peligrosa pero si que no es apta para personas que no les guste la adrenalina o padezcan del corazón. Si te gustan las montañas rusas esto te gustará mucho más.
Sandra se pasó bastante rato gritando y no precisamente de emoción... El boggie subía dunas altísimas para despues dejarse caer al vacio. En ese momento en el que bajas las empinadas dunas a toda velocidad piensas que el desierto es lo ultimo que veras en la vida. Después de algo más de media hora recorriendo las dunas paramos.



Nos bajamos del boggie y nos dieron las tablas de sandboarding. Al contratar la excursión nos explicaron que ésta incluía bajar tres dunas con las tablas. Como no sabemos hacer snow, nosotros las bajaríamos tendidos sobre ellas. De esta forma se baja a mucha mas velocidad, ya que el descenso se hace de manera directa y no zigzagueando. La primera duna era de práctica, poca pendiente y unos 100 metros de longitud. La segunda era algo mas larga y la tercera era la mejor, unos 300 metros y mas pendiente. Como fuimos los primeros en atrevernos a bajar (de hecho Sandra fue la primera) nos dió tiempo a volver a subir la tercera duna y tirarnos de nuevo. Nos gustó muchísimo la actividad, las sensaciones al bajar las dunas a toda velocidad controlando tu la tabla es algo dificil de explicar.



Mientras llegaba el resto del grupo hicimos algunas fotos, después guardamos las tablas y volvimos a subir al boggie. Tras otros 25 minutos de recorrido por el desierto, el boggie se dirigió hacia las dunas más altas del desierto. Costó llegar pero paramos en la cima de la duna más alta. Nos bajamos para tomar fotos de las impresionantes vistas que allí había. Estabamos muy altos y se podía ver la enorme extensión del desierto de Ica. Llevabamos un par de minutos haciendo fotos cuando el conductor del boogie nos dice que podemos coger las tablas y bajar cuando queramos. Pensábamos que estaba bromeando ¿como ibamos a tirarnos desde allí?



La pendiente era increíble y habría una bajada de unos 600 metros. Además, ¿no habíamos bajado ya las tres dunas que nos dijeron al contratar el tour? El conductor empieza a sacar tablas y nos dice que aquí nadie se podía tirar de pie (había gente del grupo que hacía snow), aquí todos tendidos sobre las tablas.



Mientras nos daba las tablas nos indicó que tras bajar esa primera duna andaramos hacia la izquierda y allí encontraríamos el lugar para bajar la ultima (desde donde estabamos no podíamos ver el descenso de esa duna)y el nos recogería allí con el boogie. Hubo gente que no se atrevió a bajar, entre ellos Sandra, y la verdad es que era perfectamente comprensible. Además el conductor decía que la ultima duna era peor que aquella, ¿sería verdad?. Llegó el momento, me preparé en la tabla y el conductor me dió impulso. IMPRESIONANTE. Bajas tan rapido y es tal la altura que hasta se taponan los oídos. La tabla vibra como si fuera a salir despedida pero las piernas permiten mantener el equilibrio. Son pocos segundos pero es una experiencia inolvidable. Sandra se queda arriba grabando mi descenso. Nos veremos en el boggie abajo del todo. Me sacudo un poco la arena y cojo la tabla para subir la pequeña y ultima duna. Mientras voy llegando a la cresta pienso que el conductor se había quedado con la gente diciendo que esa duna era la peor (o mejor según se mire). Pero cuando llego a la cresta y miro hacia abajo... Menos mal que Sandra no se atrevió a bajar la duna anterior porque si se hubiera atrevido no hubiera sido capaz de bajar aquella y la tendrían que haber sacado de allí con helicoptero. Esperé que llegara todo el grupo, nadie se atrevía a bajar y el boggie ya nos estaba esperando abajo. Era una bajada más larga que la anterior pero lo peor era la pendiente. A mitad de la duna se inclinaba más aun y desde arriba no se veía la caída. Parecía que cuando llegaras a ese punto saldrías volando y la caída sería inevitable. Por fin una valiente decidió a tirarse. Gritó como si fuera a morir pero en ningún momento la tabla se despegó del suelo. Eso ya me dejó mas tranquilo, de todos modos esperaría a que se tirara alguien más para verificar mi teoría de que no saldría volando. Bajaron un par de personas más y decidí a lanzarme. Por desgracia Sandra estaba tan lejos que ni con el zoom de la cámara era capaz de distinguirme por lo que no pudo grabar el video. La bajada fue tremenda. Aunque me gusta el riesgo y haya hecho multitud de actividades (rafting, tirolinas, rappel...) nunca había sentido nada comparable. Es una mezcla de miedo, velocidad y adrenalina que veo dificil de superar (¿quizá saltando en paracaídas?). Cuando me incorporé estaba cansado de la tensión de la bajada y el corazón me latía a tope. Cogí la tabla y me fui al boogie donde me esperaba Sandra.
Cuando todos estabamos subidos el conductor inició el regreso. Estaba atardeciendo y los colores del desierto eran preciosos. Fuimos a toda velocidad por una zona relativamente llana hasta que de nuevo llegamos a las dunas. El conductor, que por cierto era un kamikaze, quiso quedar bien delante de las chicas del grupo (de las 13 personas solo eramos 2 hombres). Nos dijo que nos agarraramos fuerte y se santiguó y comenzamos a atravesar las dunas. Aquello parecía una montaña rusa pero a lo bestia. La gente gritaba, saltaba arena por todas partes y parecía que en cualquier momento el boogie volcaba y nos ibamos al carajo. Fueron unos 15 minutos alucinantes hasta que llegamos de nuevo al oasis. (A la vuelta a España colgaré algunos videos para que veáis de lo que hablo). La entrada al oasis también fue apoteósica. Derrapó en medio de la calle subiendo dos de las ruedas a la acera, ¡¡¡para habernos matao!!! Cuando el conductor paró el motor, todos rompimos en un aplauso y vitores hacia el conductor, se lo merecía.
Ahora venía lo mas dificil, quitarnos la arena de encima. Yo llevaba kilo y medio entre los bolsillos y la ropa interior y Sandra tenía arena hasta en el pasaporte (y eso que lo dejó en el hotel jajaja). Mientras nos duchabamos había anochecido, así que salimos a dar un paseo y buscar un sitio para cenar. Al final acabamos en el mismo restaurante de mediodía. Pedimos "palta rellena" (aguacate relleno de ensaladilla) y bistecks a la milanesa, todo regado con unas maravillosas y frescas Inka Colas.
Con el estomago lleno y el día de emociones que habíamos tenido, la entrada del sueño fue inevitable. Volvimos al hotel y a dormir. Mañana temprano saldremos a pasear por el desierto y luego descansaremos en la piscina.

2 comentarios:

  1. Que bueno vernos las caras Sandy!!! Que envidia me dais, espero que me lleguen mis vacaciones para salir hacia Perú, te estaremos esperando en los viajeros.com!!!

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  2. que bueno que la pasaron excelente :D

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